Logramos aquietar la actividad mental para llegar a un estado de conciencia superior

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“Si nos centramos en el significado mismo de la palabra Yoga, ésta significa unión, en sánscrito, una lengua muerta de India, lugar donde nace esta práctica milenaria”, explicó Milagros Salazar, quien tiene 29 años y da clases en el centro cultural La Rueca, de Monte Grande. Y aclaró que el objetivo de esta práctica es “buscar la unión entre los tres cuerpos que nos constituyen a todos los seres humanos: el cuerpo físico, mental y espiritual”.

Esto se realiza mediante “asanas”, es decir posturas, “pranayamas”, técnicas de respiración, la meditación y el canto de mantras. “Así logramos aquietar la actividad mental para percibir con mayor atención el cuerpo, las sensaciones y emociones y llegar a un estado de conciencia superior”, remarcó la vecina.

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Karina, profesora de Yoga de Lomas de Zamora.

Karina, profesora de Yoga de Lomas de Zamora.

En ese sentido, Milagros subrayó que “el objetivo de la práctica de Yoga es situarnos constantemente en el momento presente, evitando irnos hacia el pasado o hacia el futuro, conectando con nuestro cuerpo aquí y ahora”. Y continuó: “Esto que parece tan simple, nos lleva un profundo trabajo de introspección y atención, pero además a medida que lo vamos logrando nos vuelve mucho más saludables y conscientes”.

“El Yoga disminuye la ansiedad y el estrés, dos grandes problemáticas que atravesamos todos los seres humanos en estos tiempos en todas partes del mundo”, aseguró.

En cuanto al precio de las clases de Yoga de Milagros, comentó que una vez por semana tiene un valor de 10.500 pesos al mes, mientras que dos veces por semana cuesta 13.500 pesos.

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Milagros, instructora de Yoga en La Rueca de Monte Grande.

Milagros, instructora de Yoga en La Rueca de Monte Grande.

La aceptación

Milagros Salazar, profesora de Yoga de Monte Grande, aseguró que el Yoga “nos vuelve más empáticos con nosotros mismos y con todo nuestro entorno”.

“Esto sucede porque a través de la práctica desarrollamos la observación, evitando los juicios, las comparaciones, las interpretaciones, para ver al otro y a nosotros mismos desde el amor incondicional, sin esperar nada a cambio, recibiendo y aceptando”, detalló.

En ese sentido, sostuvo que “la aceptación es uno de los pilares fundamentales del bienestar, en la medida que aceptamos lo que nos pasa, logramos modificarlo o, más bien, trascenderlo”. Y finalizó: “Pero para ello es fundamental, primero, poder reconocerlo. Y ahí está la importancia de una práctica sostenida en el tiempo”.

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El espacio de Yoga en el centro cultural La Rueca de Monte Grande.

El espacio de Yoga en el centro cultural La Rueca de Monte Grande.

Las actividades para principiantes

Las clases de Yoga duran entre 60 y 90 minutos. “Para un principiante se recomienda tomar conciencia de su cuerpo. Por ejemplo, al sentarse sobre el mat, sentir los puntos apoyo y respirar con atención”, explicó a El Diario Sur Karina Ana Prósperi, quien tiene 53 años y tiene su propio espacio de Yoga “Námaste” en Lomas de Zamora.

“Se continúa soltando las articulaciones desde el cuello hasta los pies por medio de movimientos suaves, llevando la atención a cada parte del cuerpo que vamos trabajando”, contó.

Y agregó: “Luego realizamos posturas estáticas y dinámicas, y terminamos la clase con una relajación inducida, asegurándonos de que los cuerpos físico, mental y emocional estén en armonía”.

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