Con dos cabezazos, Gimnasia venció a Riestra y se aferra a una mínima ilusión en la Copa de la Liga

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Los hinchas llegan con el repelente en la mano, pero los mosquitos no pican tanto como Riestra sobre el césped del Bosque. Y ese empate que se dibuja bajo el cielo gris de La Plata duele como una roncha porque Gimnasia había sido mucho más.

Hasta que Leonardo Madelón hace un cambio clave, muy a pesar de los murmullos que fluyen en las tribunas. Sale Yonatán Rodríguez, el motor del equipo en el medio del desconcierto que había generado el 1 a 1, y entra David Zalazar. Un minuto después, el recién ingresado lanza un centro magnífico que Eric Ramírez, de palomita, consigue el gol y el triunfo del Lobo, que se aferra a una mínima ilusión de llegar a los cuartos de final de la Copa de la Liga. Con dos cabezazos, uno en cada tiempo.

Dos experimentados con pasado internacional le mostraron el camino de Gimnasia. Pablo De Blasis (36 años) y Luciano Castro (34), que supieron jugar una década en Europa, se hicieron cargo de darle claridad al equipo en el medio de un show de pelotazos. Y cuando Ignacio Arce comenzaba a transformarse en la figura de La Plata, llegó el gol que abrió la cuenta y motorizó la esperanza de los hinchas que coparon este estadio.

Fue a partir de un tiro de esquina que Gimnasia forzó gracias a un zurdazo a colocar de Yonatán Rodríguez que Arce tapó a mano cambiada, a decir de los viejos relatores. De Blasis jugó corto, Benjamín Domínguez devolvió y el “10” ejecutó un centro bárbaro que Leonardo Morales anticipó en el corazón del área. Esta vez, nada pudo hacer el número uno visitante.

Hasta ese momento, había sido levemente superior el equipo platense. A bordo de un 4-4-2, empezó a dejar de meter bochazos largos para Eric Ramírez y Franco Troyanski, y se involucraron De Blasis y Castro –especialmente- en el juego.

Antes del gol, Ramírez tuvo dos situaciones claras en las que participó Castro. Primero, el Pata asistió con un pase largo que la Perla definió apurado ante la salida de Arce, buscando un globo por encima de la cabeza del arquero, pero su remate se perdió al lado del poste derecho. Después, De Blasis envió un centro pasado que bajó el veterano volante y el tiro del entrerriano encontró una sensacional respuesta del arquero.

Riestra mostró su repertorio de siempre. También con un esquema clásico, priorizó el orden, la fricción, la intensidad en la marca y trató de lastimar de contragolpe con los envíos largos para Jonathan Herrera y Nahuel Benegas, los grandotes del ataque. Forzó con la potencia de sus delanteros y cuando Gimnasia dejó algún espacio lanzado, pero no generó situaciones peligrosas que pudieran comprometer a Nelson Insfrán. Ni siquiera aprovechó la pelota parada, una de sus fortalezas.

En el segundo tiempo, Riestra empujó con una actitud más agresiva. Cristian Fabbiani prescindió de un lateral y sumó otro delantero, Mauro Ortiz. Arce tapó un tiro libre de Ortiz que podría haber estirado la ventaja de Gimnasia, pero el equipo visitante tenía un goleador en sus filas y Herrera resolvió con categoría. Entre dos rivales, la clavó en el ángulo.

Gimnasia reaccionó rápido. Volcó el juego por la izquierda con Benjamín Domínguez. Hasta que Madelón movió el banco y Ramírez pegó el grito de la victoria. Riestra recién en el último suspiro estuvo cerca del empate con una guapeada de Leonardo Landriel. Fue un espasmo. El Lobo jugó mejor, ganó otra vez de local y aspira a seguir en carrera.

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