«El trigo tolerante a sequía es una gran oportunidad para el norte argentino»

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Históricamente, Paraguay importaba el trigo de Argentina. Y ahora produce un millón de toneladas anuales. En ese proceso fue clave la influencia de Norman Bourlag, padre de la Revolución Verde y Premio Nobel de la Paz, que tuvo entre sus principales colaboradores a Mohan Kohli, que nació en Peshawar, India, hace 79 años.

Kohli es ingeniero agrónomo de la Rajasthan Agricultural University, India. Obtuvo su Maestría en Ciencias (Agricultura Botánica) y su doctorado en Genética en la Indian Agricultural Research Institute (IARI). Tiene estudios de Postdoctorado en el Centro de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT) en los Estados Unidos–donde actualmente se desempeña como representante regional– y una significativa producción bibliográfica en revistas arbitradas como autor principal y co-autor.

A lo largo de su carrera ha desarrollado megaproyectos de investigación de alcance regional, en el área de mejoramiento genético de trigo con especial énfasis en resistencia a enfermedades. Desde 2004 Kohli es consultor activo a tiempo parcial del programa nacional de trigo de Paraguay.

Artífice del gran salto triguero en Paraguay

En los ’70, Paraguay producía 30.000 toneladas en 30.000 hectáreas: una tonelada de rendimiento. En ese momento, Bourlag y Kohli trabajaban en el Centro de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT) y en los ’80, en el marco de una trascendencia global, comenzaron a colaborar con Paraguay, de un modo similar a como también lo hicieron en Argentina y otros países de la región, como Uruguay, Brasil, Bolivia, Ecuador, Colombia, y Perú. Kohli destaca que Bourlag fue “una personalidad de gran valor” y lo considera su gran mentor.

Kohli ha recibido diversos premios y reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos, el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de San Carlos de Paraguay.

Por sus aportes clave para el desarrollo agrícola en territorio guaraní recientemente ha sido condecorado con la Orden Nacional del Mérito en grado de Comendador, la distinción civil y militar más alta otorgada por Paraguay a las personas que contribuyeron de manera extraordinaria con la nación.

-¿Cómo lograron multiplicar por 40 la producción, autoabastecerse y exportar?

-Primero impulsamos variedades semi enanas, con mayor potencial de rendimiento y de respuesta a la fertilización. Así, ya en el año ‘86, Paraguay logró ser autosuficientes en trigo y luego volvieron las dificultades, hasta que en 2003, cuando Paraguay producía alrededor de 230.000 toneladas, ajustamos el programa creando nuevas variedades. Hoy Paraguay tiene un autoconsumo de trigo anual de entre 650/700 mil toneladas y le quedan de 300 a 400 mil toneladas para exportar, salvo en situaciones como el año pasado, cuando problemas de enfermedades redujeron la producción.

-¿Hasta dónde puede llegar la producción de trigo en un clima subtropical?

-Durante muchos años hemos impulsado variedades que pudieran funcionar en Paraguay y seguimos trabajando en un convenio con dos instituciones, la Cámara de Exportadores de Cereales (Capeco) y el Instituto de Biotecnología, con los cuales desarrollamos un programa de mejoramiento en trigo, para el autoabastecimiento e incluso exportar algo. En ese marco, últimamente, hemos probado el gen HB4 para incluirlo en 3 variedades de trigo que se utilizan en Paraguay. Por eso, estamos pidiendo apoyo a Bioceres y ya estamos multiplicando semillas en invernaderos, en Rosario y Pergamino, de variedades paraguayas con la introgresión del gen HB4.

¿Qué expectativas genera en Paraguay el gen tolerante a sequía?

– En Argentina desde hace años se cuenta con una cantidad suficiente de datos. Está registrado que en áreas de producción de menos de 2 toneladas por hectárea se puede ganar un 30% de rinde, o en lotes de 2 a 4 tn/ha ganar 15%. Estamos probando el gen HB4 en variedades adaptadas en Paraguay para ver qué ventaja nos proporciona. En Brasil se está haciendo lo mismo, en cada caso con variedades adaptadas a cada país. Y las expectativas son interesantes, en particular en condiciones de alta temperatura, como se espera para los próximos años, de calor y sequía. Además, más de 50% de área de Paraguay está en la región chaqueña, caracterizado como ambiente seco y salino, por lo cual esperamos un impacto muy positivo de HB4 por su resistencia a la sequía y a la salinidad.

A sus 79 años, Mohan Kohli sigue recorriendo lotes de cultivos y probando variedades de semillas que den mejores respuestas, por ejemplo frente al cambio climático.A sus 79 años, Mohan Kohli sigue recorriendo lotes de cultivos y probando variedades de semillas que den mejores respuestas, por ejemplo frente al cambio climático.

-En función de su trayectoria y su experiencia, ¿cómo ve la perspectiva global del gen HB4?

-Podemos calificarlo como un salto paradigmático. Más allá de toda la discusión y yendo a la cuestión técnica, es el primer transgénico comercial de trigo. En los ’90, Monsanto tenía un gen de trigo transgénico, pero no lo liberaron como sí hicieron con semillas de soja, maíz y colza. La gran satisfacción es que es un gen muy importante para el cambio climático. Si vamos a tener menos lluvias o más rincones con sequía, es clave contar con esta posibilidad en un cultivo tan determinante para la alimentación del mundo. Es algo muy importante. Rompe el paradigma de que un trigo transgénico no puede funcionar. No solamente funciona agronómicamente, sino que se puede comer. Entonces eso abre camino al agregado de otros genes de interés, con objetivos de rinde productivo o de calidad.

-¿Cuál es el diferencial de HB4 en términos de desarrollo científico?

– Los caracteres climáticos ambientales no son fáciles, no es una genética simple como por ejemplo la resistencia a una enfermedad. Si un gen te da la resistencia a la cepa de la roya, es más simple, se introduce en la semilla y se genera esa prevención. Pero para las características ambientales, sea calor, sequía o el exceso de lluvia, más bien se requiere un control multigénico. En ese sentido, HB4 ha abierto un camino. Ahora depende de que los científicos identifiquemos nuevos genes. Sabemos que hace mucho calor y ese calor va a estar aumentando. Hasta ahora no hemos identificado otro gen que dé resistencia al calor, por ejemplo para tolerar entre 3 y 5 grados más de temperatura durante el ciclo de cultivo de trigo. Imaginemos si identificamos un gen que nos dé esa ventaja y que se exprese en trigo.

-¿Qué le diría a quiénes consideran que en los granos de consumo humano no debería utilizarse transgénicos?

-Yo soy un científico y entiendo que a nadie le interesaría dañar la salud de la población, de un prójimo, de nadie. En el mundo científico se toman precauciones para no afectar la salud de las personas. Por eso hay condiciones de bioseguridad. En el caso de HB4, pasó por todas las etapas de control, para ver si no tenían ningún efecto y por eso hoy su está permitido para consumir su harina en una decena de países, porque no se ven efectos adversos sobre la salud. Se puede entender que haya gente que tenga miedo, pero también se debe saber que hay nuevas tecnologías de edición de genes. Cada vez más, la ciencia está avanzando para mejor. Es válida la conversación, pero nadie puede negar que la ciencia va a seguir adelante, en un contexto de necesidad de alimentar al mundo. En ese sentido, HB4 es un plus que marca que los cultivos para alimentación humana se pueden modificar y crear desarrollos positivos.

-¿Ve a la producción segregada como una modalidad favorable?

-Por ejemplo, el trigo HB4 es una gran oportunidad para el norte argentino. Toda la zona de NOA y NEA que es calurosa, puede adoptar el gen HB4 y tener calidad segregada. Si ponemos un gen de alta proteína de calidad, todas las provincias del norte argentino podrían especializarse en calidad grado uno y sería fácil para un acopiador o un exportador identificar una zona del país con esa condición, como sucede en Estados Unidos y Canadá, que tienen su trigo bien marcado para una cierta zona.

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