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El Congreso de Colombia votó el martes a favor de prohibir las corridas de toros en el país, asestando un duro golpe a una tradición centenaria que ha inspirado canciones y novelas famosas pero que se ha vuelto cada vez más controvertida en los lugares donde aún se practica.
Con 93 votos a favor y 2 en contra, la Cámara Baja dio luz verde al texto que prevé la prohibición de las corridas de toros en un plazo de tres años, con lo que la actividad será ilegal a principios de 2028. La nueva ley debe ser promulgada por el presidente Gustavo Petro, que desde hace tiempo se opone a este tipo de espectáculos.
Hasta la entrada en vigor de la prohibición, en tres años, el gobierno buscará alternativas de empleo para los trabajadores que dependen directa o indirectamente de la tauromaquia.
Las corridas de toros se originaron en la Península Ibérica y siguen siendo legales en algunos países, como España, Francia, Portugal, Perú, Ecuador y México.
En su momento, fue un acontecimiento popular, transmitido en vivo por varios canales de televisión. Pero la tradición ha suscitado creciente atención conforme cambian las opiniones sobre el bienestar animal, y muchos consideran inaceptable ver sufrir a un animal por puro entretenimiento.
La prohibición incluye otros espectáculos típicos similares a las corridas de toros con becerros y vaquillas. Hasta este momento, la autorización o prohibición de esta actividad dependía de cada ciudad, pues en 2018 la Corte Constitucional había permitido las corridas en urbes y poblaciones en las que tienen arraigo cultural y delegó en el Congreso eventuales restricciones.
Por ejemplo, en Bogotá y Medellín (noroeste) no estaban permitidas desde 2020, aunque actualmente son actos centrales de las tradicionales fiestas de Cali (suroeste) y Manizales (centro-oeste).
«Esta prohibición es una gran victoria para las organizaciones que trabajan para transformar la sociedad y rechazar la violencia hacia los animales», declaró Terry Hurtado, activista por los derechos de los animales y concejal de Cali, que lidera las protestas contra las corridas de toros desde los años 90.
«Me alivia que los toros y los caballos (que también participan en algunas corridas) de Colombia ya no sean torturados y que los niños ya no estén expuestos a este espectáculo», agregó.
En las corridas de toros, un matador se enfrenta a toros criados para ser agresivos. El matador azuza al toro con un capote rojo y mata al animal a golpe de espada después de que éste ha sido herido con banderillas y puñales y se ha cansado de embestir al matador en el ruedo.
En Colombia, donde se celebran corridas de toros desde la época colonial, menos de dos docenas de municipios siguen organizando estos eventos, aunque las corridas anuales de la ciudad de Manizales atraen a decenas de miles de espectadores.
Los aficionados a la tauromaquia calificaron la prohibición de atentado a la libertad de las minorías y de problema para las ciudades donde estos espectáculos atraen a miles de visitantes.
Argumentos
La prohibición de las corridas fue en los últimos años un pulso entre congresistas ambientalistas y sus opositores, principalmente de partidos de derecha acusados de responder a intereses particulares de organizadores de estos eventos. En 2020, un proyecto similar estuvo cerca de ser aprobado, pero finalmente fue archivado.
Para esta decisión, que se aplazó durante varios días, grupos de toreros con sus trajes de luces se presentaron a los debates en busca de garantías para su oficio, mientras activistas gritaban fuera de la sala a favor de los animales.
Los congresistas a favor de la prohibición argumentaban que las corridas, una de las más controvertidas herencias culturales de la colonización española, «son contrarias a otros derechos de rango constitucional como el medio ambiente sano, la dignidad humana y el reconocimiento de los animales como seres sintientes y sujetos de protección especial frente al maltrato y la violencia», según un documento enviado a medios.
También argumentaban que la «naturalización de la violencia contra los animales» es una consecuencia del conflicto armado que vive Colombia desde hace 60 años, por lo que deben ser cortadas de raíz este tipo de «espectáculos circenses».
Personal logístico de las ferias y trabajadores del sector de la tauromaquia consideran en cambio que la ley los deja en la «incertidumbre» y pidieron «una solución concreta» para una reconversión económica de los eventos taurinos.
«El sentimiento es de incertidumbre, de impotencia y también de orgullo. Yo estoy orgulloso de ser torero y defender estas actividades que son un símbolo de identidad», dijo a la AFP Johan Andrés Palomá, torero de 22 años, días antes de la votación.
Palomá aseguró que en Colombia hay hasta 300 eventos taurinos por año en más de 70 escenarios.
A las consignas de los defensores de animales que afirman que las corridas son «una tortura», el matador respondió: «Nos parece un manejo del lenguaje inadecuado que busca distorsionar las ideas».
El debate previo a la votación en el Congreso contó con las voces de dirigentes locales, alcaldes, representantes ganaderos, trabajadores de las ferias taurinas y múltiples grupos activistas por la defensa de los animales.
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