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El avión que se estrelló en el mar en la isla italiana de Ustica (sur) en 1980, con 81 personas a bordo, fue derribado por un misil de Israel, que lo confundió con una nave francesa que transportaba uranio enriquecido a Irak, según la tesis del periodista italiano Claudio Gatti, que lleva 35 años investigando la tragedia.
«Todo el mundo piensa que los israelíes y el Mossad (los servicios secretos) son infalibles y no es cierto», explica Gatti a EFE. El autor acaba de publicar ‘El quinto escenario. Acto segundo’, su segundo libro sobre uno de los mayores enigmas de la aviación italiana, que sigue envuelto en el misterio 44 años después del 27 de junio de 1980.
Tras años de investigaciones y después de 19 sentencias, lo único claro es que el avión fue abatido, pero nunca se revelaron las razones -con al menos cuatro posibles culpables: Italia, Francia, EE.UU. y Libia- porque cuando se desclasificaron los archivos, la información relevante brillaba por su ausencia.
«Los generales italianos de la Fuerza Aérea también fueron juzgados y luego absueltos, pero no se les acusaba de haber cometido el hecho, sino de haberlo encubierto. Y la razón por la que lo hicieron es que, siendo responsables de la defensa del espacio aéreo italiano, no sabían lo que pasó», cuenta Gatti.
La realidad es que «un avión civil con 81 pasajeros fue atacado en un acto de guerra en el espacio aéreo italiano, algo increíble, también desde el punto de vista internacional» y «hasta ahora se han hecho 100.000 suposiciones: que la base francesa en Córcega estaba abierta a esa hora, que un portaaviones estadounidense navegaba en la zona, que el caza libio que se encontró unas semanas después tras estrellarse en Calabria estaba implicado…».
El primer ministro israelí Menajem Beguin quiso detener el suministro de uranio al Irak de Saddam Hussein y la fuerza Aérea israelí confundió el DC9 Itavia con un avión francés con ese cargamento para Bagdad, según este veterano periodista que ha trabajado en medios como el New York Times o il Sole 24 Ore.
«En 35 años de trabajo he encontrado documentos, pruebas y pistas que construyen un escenario que es absolutamente único y acorde con la realidad del momento», dice, al explicar que escribió el libro después de que hace 8 meses el ex primer ministro Giuliano Amato hiciese un llamado para que «Ustica no cayera en el olvido».
La sombra de Muamar Kadafi y el uranio de Saddam Hussein
Amato dijo entonces que, con lo que se sabía hasta el momento, la hipótesis de que un caza francés derribó el DC9 para eliminar al líder libio Muamar Kadafi, pensando que viabaja en él, era la más pausible y Gatti decidió exponer su teoría sobre la pista nuclear con este libro, que hizo cambiar de idea a Amato.
El periodista, que lleva 30 años viviendo en Nueva York, explica que ha conseguido un documento del embajador italiano en Trípoli que dice que los libios «no tenían pruebas de que había un avión» con Kadafi volando aquella noche. Eso «cierra todos los escenarios», pues los cuatro están vinculados a la presencia del líder libio.
«Ahora la pregunta es: ¿Cómo es posible que los israelíes confundieran con otro el avión que llevaba 12 kilos de uranio enriquecido al 93%, es decir el 60% de una bomba atómica?», dice y responde: porque «el Mossad y los israelíes no son infalibles».
Gatti comenta que «nunca había ocurrido en tiempos de paz que un avión civil fuera atacado. Solo una vez, en la víspera de la guerra de Suez, en 1957, cuando los israelíes supieron que el comandante de las fuerzas armadas egipcias tenía que volar de Damasco a El Cairo y atacaron y derribaron un avión» en el que finalmente no viajaba.
«Y dos años después de Ustica tenían un plan secreto que nunca se hizo público hasta que salió en un libro de Ronen Bergman, analista militar israelí, para matar a Yaser Arafat, exactamente igual que en Ustica», que no se llevó a cabo porque al último momento de que el líder palestino no iba en él.
Gatti es contundente: «Yo he escrito la verdad, no tengo ninguna duda, está documentada por una masa de documentos, de precedentes, de sucesos, de indicios. Si se pone todo junto, no hay ninguna duda».
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