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En el mundo se riegan 345 millones de hectáreas las que representan el 18% del área cultivable y producen alrededor de 50% de la producción total de alimentos.
En la Argentina hay 2,4 millones de hectáreas bajo riego que es solamente el 5,5% de la superficie cultivable de nuestro país. O sea, en nuestro país el riego está menos extendido que en el resto del mundo.
En nuestro país, el aporte por precipitaciones en la pampa húmeda y la zona central aumento en promedio el 23% en los últimos 100 años. Luego corresponde analizar la variabilidad, que demuestra la mayor ocurrencia de eventos extremos con sequías de gran magnitud, como los de 2021 y 2022. A la vez, ocurren eventos extremos de precipitaciones, causando enormes daños a bienes y personas como los de los últimos días; muchos de estos los padecemos de manera más intensa debido a la incomprensible falta de desarrollo de obras de infraestructura que morigeren eventos extremos.
En el mundo, en promedio se emplea como fuente de riego un 38% de aguas subterráneas y 52% de fuentes superficiales. Estos datos varían por zona, por ejemplo en la Cuenca del Río de la Plata, que tiene un caudal de 20 millones de litros por segundo y que equivalen a una cantidad de agua de 250 litros por habitante y por día de todo el planeta. Hoy se vuelcan mayoritariamente al mar sin pena, sin gloria, sin tratamiento adecuado de efluentes y sin generar el incremento de producción que podría producirse si se la utilizara para regar.
Otro ejemplo es el Río Negro, cuyos afluentes son los ríos Neuquén y Limay, y que tiene un caudal de un millón de litros por segundo y un potencial remanente enorme a ser destinado a irrigar el valle que atraviesa e inclusive a un trasvase de cuentas al río Colorado aumentando su caudal y diluyendo el tenor salino de este último.
El potencial de crecimiento de la superficie bajo riego en la Argentina es de 6 millones de hectáreas, según los parámetros de hace años, o bastante mayor considerando el reuso de aguas, procesos de desalinización, el uso de energías renovables, criterios de uso del agua para riego complementario, etcétera.
El empleo de aguas residuales, convirtiéndolas de residuo en recurso podría ser fuente de agua para el riego de 500 mil hectáreas de maíz, las que a la vez evitarían muertes por diarrea y diversos problemas ambientales. El agua residual como fuente de agua para riego es en la actualidad del 1% de total del agua empleada en riego. En países como Israel, toda el agua residual es tratada y empleada para riego.
En el mundo se está utilizando agua desalinizada en las Islas Canarias, en el sur de Israel, en amplias áreas de España, en Marruecos, etc, resolviendo el problema de disponibilidad escasa de agua dulce.
En el mundo, la agricultura utiliza el 70% del agua dulce. Se espera que la demanda global crezca un 35% más hacia el 2050 y no existe esa disponibilidad de agua. Entonces, el camino es aumentar la eficiencia del uso. En el mundo, la eficiencia global del riego es del 56%. Eso quiere decir que la cantidad de agua que se aplica indebidamente es enorme. Por ende, es importante e imprescindible capacitar en Recursos Humanos para mejorar las técnicas de aplicación de agua, de modo tal de ahorrar parte del agua que no se está aplicando de manera eficiente.
En cuanto a los sistemas empleados, de los 345 millones de hectáreas bajo riego en el mundo, 280 millones de hectáreas se riegan con riego gravitacional, 35 millones con riego por aspersión y el resto con riego por goteo.
El desafío es entonces tecnificar los sistemas y capacitar recursos humanos vinculados a su diseño, operación y mantenimiento, haciendo énfasis también en el tema del uso de la energía para operar estos sistemas, haciéndolos más eficientes de modo de demandar menos energía para la aplicación de agua e incorporando el uso de energías renovables en reemplazo de la fósil.
Hoy en día, la energía solar impulsa muchos sistemas de bombeo para irrigación, tecnología que hay que promover para poder hacer un uso más eficiente de la energía reemplazando la energía fósil por energía renovable.
Aquí juega un rol muy importante el hidrógeno verde que a través del fenómeno de electrólisis obtiene hidrógeno verde como fuente de energía, el que a la vez se puede emplear luego para producir amoníaco que no provenga de fósiles, con lo cual se haría realmente una revolución en cuanto a utilizar menos agua con equipos de riego más eficientes abastecidos con energía renovable y fertilizados con nitrógeno de origen no fósil.
En 2022, los productores perdieron ingresos por más de 20 mil millones de dólares por ingresos no percibidos por efecto de la sequía, que ya había producido mermas inclusive en el año 2021. Considerando que un equipo de riego presurizado para regar granos cuesta alrededor de 4 mil dólares por hectárea, resulta que la pérdida es el equivalente a los equipos de riego para regar 5 millones de hectáreas.
Pero, ¿qué ocurre en cuanto a la instalación de estos equipos y para desarrollarlos? Haría falta remover restricciones como los siguientes: los equipos de riego no tendrían que tributar derechos de importación porque esos tributos encarecen la tecnología. Menos aún deberían tener Impuesto País porque encarece aún más la incorporación de tecnología. Tendrían que tener una aplicación del crédito de IVA a una cuenta única tributaria y permitir la amortización acelerada para la incorporación de estas tecnologías.
También es necesario que los cultivos dejen de ser objeto de modificación o suba permanente de derechos de exportación y diversos tipos de cambio lo que ocasiona un costo relativo mayor y gran incertidumbre respecto de la posibilidad de pago de la tecnología en las que se invierte, lo que explica la demora en la decisión masiva de los productores en la inversión en riego.
En la reciente Expoagro, los bancos ofrecían líneas de crédito aplicables a equipos de riego con tasas y plazos razonables, los que ayudarían enormemente y las que serán aprovechadas cuando el productor sienta seguridad de que la mayor productividad del agua de riego va a ser destinada al pago de la cuota de la inversión que realiza.
También hay que considerar zonas en las que la fuente de riego superficial es una perforación a cargo del productor, mientras que en otras zonas hay que realizar obras de infraestructura como canales de riego y drenaje, que deben ser hechos aprovechando esa fuente de agua dulce que tenemos en los ríos.
Los canales son al riego lo que las autopistas son al transporte carretero o las vías al transporte en ferrocarril. Los canales de riego son obras de infraestructura que deben ser construidas por consorcios o distritos de riego, los que no pueden ser hechos por un solo productor individual, porque benefician a comunidades enteras.
El 70% de los modelos predicen para la próxima primavera condiciones favorables a un evento Niña: es la oportunidad para dar a los productores las condiciones para que puedan aumentar y estabilizar sus producciones, generando más trabajo, más arraigo, más bienes, más bienestar, asegurando la posibilidad de alargar las cadenas de valor en origen creando riquezas a favor de todos.
Nota de la Redacción: El autor es ingeniero agrónomo, profesor titular de la Cátedra de Riego y Drenaje en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.
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