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El magnate estadounidense Donald Trump promete, de volver a la Casa Blanca, que Estados Unidos abandonaría a Ucrania y dejaría de transferirle fondos y armas. Desde que esas armas empezaron a llegar a Ucrania los envíos han sido coordinados por agentes estadounidenses desde la base aérea alemana de Ramstein, una de las principales bases estadounidenses en Europa. Trump, que cree que la mejor forma de acabar la guerra es dejar de armar a Ucrania, podría bloquear ese entramado, cree la jerarquía de la OTAN, por lo que este jueves presentaron a los cancilleres de los 32 Estados miembro un plan para que sea la propia OTAN desde Bruselas, y no Estados Unidos, la que coordine las entregas de armas.
Para eso, la OTAN debería abrir sus mecanismos a más países porque en las reuniones de la base alemana de Ramstein han llegado a participar más de 50. El cambio haría que la OTAN como organización tuviera más implicación en el conflicto, algo a lo que hasta ahora se resistía. Y todavía debe convencer a Estados Unidos para que ceda esa coordinación porque con ella cedería influencia y control de lo que se envía a Ucrania y cuándo se envía.
Además, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, cree que ya es hora de que en la sede de la OTAN en Bruselas haya una “misión” diplomática ucraniana. Es la fórmula previa a una delegación diplomática de un Estado miembro y serviría para ir preparando la adhesión de Ucrania al bloque militar. La idea la sostiene Estados Unidos y sobre todo los países de Europa del este, pero no genera todavía el consenso necesario para ponerla en marcha.
Un fondo de 100 mil millones de dólares
La otra gran idea de la cumbre de cancilleres de la OTAN de este miércoles y jueves es la creación de un fondo de 100.000 millones de dólares para armas para Ucrania de 2024 a 2028.
Sería multiplicar por cuatro la ayuda militar de la Unión Europea (a la que debe añadirse la bilateral de cada Estado miembro de la UE) y genera aún más dudas. Un diplomático belga dijo a ‘Clarín’ que “no hay que prometer lo que no se va a cumplir” y los gobiernos ya hacen cálculos de cuánto les va a costar: 30.000 millones para Estados Unidos, 20.000 para Alemania, 10.000 para Francia, 7.000 para Italia, 5.000 para España, entre otros.
Una forma de hacer que las diplomacias nacionales traguen es que en esos 100.000 millones se incluyan los compromisos de ayuda financiera bilaterales ya anunciados.
El fantasma de Trump
Stoltenberg lo hace no porque falte plata para comprar armas (el problema mayor no es de plata sino de que no hay armas ni municiones que comprar porque la industria militar europea es incapaz de producir a la velocidad que Ucrania dispara) sino para ir preparando el escenario de una eventual llegada de Donald Trump. La principal queja del magnate hacia la OTAN es que los gobiernos europeos no han puesto el dinero que deberían haber puesto y Estados Unidos carga con la mayor parte del costo de la organización militar.
El canciller español, José Manuel Albares, dijo que le parecía mala idea (otros se pronunciaron en el mismo sentido) porque se estaría contando dos veces la misma plata, la de la Unión Europea y la de la OTAN. Y recordó que, al contrario que la Unión Europea, la OTAN no tiene presupuestos propios más que para su funcionamiento administrativo.
Tampoco tiene, recordó Albares, “forma de emitir deuda para conseguir fondos, al contrario que la Unión Europea”. El presupuesto anual de la OTAN no llega a los 5.000 millones de dólares cuando la Unión Europea maneja más de 160.000 millones de euros cada año y en los últimos años se ha endeudado para financiar fondos por valor de cerca de un billón de euros.
Los cancilleres hicieron también los preparativos para la gran cumbre anual, que esta vez será en Washington entre el 9 y el 11 de julio. Una de las grandes decisiones es si se acepta empezar a negociar la entrada de Ucrania en el bloque militar.
La invitación formal la tienen los ucranianos desde 2008, pero nadie espera integrar a un país en guerra con Rusia porque conllevaría automáticamente una guerra Rusia-OTAN. Stoltenberg intenta siempre animar a los ucranianos diciendo que la cuestión no es si entrarán, sino cuándo lo harán.
Vecinos de Ucrania como los Estados bálticos o Polonia empujan para avanzar lo más rápido posible en la adhesión del país a la OTAN, pero otros, y entre ellos algunos del peso de Estados Unidos y Alemania, arrastran los pies y no quieren compromisos formales. Ninguno anuncia que cerrará la puerta para siempre, pero no quieren abrirla del todo por ahora.
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